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¿Qué está pasando?

Un repaso a la actividad de estos meses en la AEITM con las noticias más recientes e importantes.

Para qué sirve un Teleco

Durante 15 años estuve desarrollando labores relacionadas con la Ingeniería de Fabricación y Dirección Técnica en distintas empresas españolas y multinacionales en diferentes sectores (consumo, industria, comunicaciones). Posteriormente pasé a la actual Indra, en el área de Defensa, en labores de Calidad y, posteriormente como Jefe de Departamento de Soporte Logístico hasta mi salida de la empresa.

Cuando hace unas semanas me pidieron desde la Asociación un artículo para publicar en la "Tribuna del Asociado", lo primero que me vino a la mente fue un soneto de Lope de Vega que empieza:

Un soneto me manda hacer Violante

que en mi vida me he visto en tanto aprieto;

catorce versos dicen que es soneto;

burla burlando van los tres delante.

Estuve pensando unos días el tema y al final me decidí por contar, bajo mi punto de vista y experiencia vivida, para qué sirve un Ingeniero de Telecomunicaciones y qué me aportó la carrera.

Cuando, a principios de los 70 me decidí a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones, realmente lo hice porque el tema de la electrónica me atraía, no sé muy bien por qué, pero era así. Me planteé, un poco a futuro, cuáles podían ser las salidas profesionales una vez terminada la carrera, Telefónica, Televisión Española, emisoras de radio, alguna empresa, o funcionario, y creo que poco más veía desde la ciudad donde vivía en aquella época; sólo tenía una cosa clara, a pesar de las presiones psicológicas de la familia y tener funcionarios en la familia, descarté el funcionariado, no me atraía el tema, por lo que claramente era la empresa privada mi objetivo.

Afortunadamente, eso sí, con esfuerzo como todos mis compañeros, logré superar los cinco cursos que componían el programa en los que fui viendo otros temas que me iban abriendo más posibilidades de actuación, aún así bastante limitadas por aquel entonces si las comparamos con las de hoy en día, pero, claro, eso no se podía saber.

No eran tiempos como ahora en que al estudiante de últimos cursos se le brinda la oportunidad de prácticas en empresa, becas laborales... Al acabar la carrera era cuando debías poner encima de la mesa lo que tenías y tomar la primera gran decisión: empezar a trabajar y elegir entre las posibilidades que se te presentaban, con inquietud e intranquilidad.

A lo largo de mis años de profesión, me he movido bastante, trabajando en diferentes sectores de mercado y productos, tanto Electrónica Industrial, Electrónica de Consumo, Comunicaciones, Defensa... y en diferentes actividades, durante varios años en temas de Fabricación, a pie de planta, desarrollando e implantando sistemas de automatización de líneas de producción, o bien diseñando y poniendo en marcha medios de producción para nuevos productos, transferencias tecnológicas, ...

El bagaje de conocimientos que necesitaba en cada caso era diferente y no me lo aportaban los estudios, uno debía tener la curiosidad de preguntar al que tenía más conocimiento, y asimilarlo para, luego, tomar las decisiones propias usando el sentido común. Además, la tecnología iba avanzando y desde el primer autómata programable, montado en rack con módulos voluminosos y poco capaces, se pasa a elementos mucho más pequeños y con más capacidad, de lenguajes de programación casi en lenguaje máquina hasta casos avanzados. Todo esto a asimilar sobre la marcha según las necesidades de producción.

En paralelo a esto, la tecnología iba evolucionando, fue la época, mitad de los 80, en que se empezó a introducir la telefonía móvil en España con el vuelco que eso supuso y que podemos ver hoy en día En este campo, en consecuencia, no tuve más remedio que aprender nuevas tecnologías de producto y de fabricación tanto de los compañeros como de nuestros socios internacionales. Los sistemas de control empezaron a estar basados en ordenadores personales, anunciando ya, en aquel entonces, la revolución que se nos venía encima, con el control de máquinas o de sistemas de instrumentación de medida.

Tras varios años en esta área y un paso por el sector de Consumo, caí en el sector de Sistemas de Defensa, algo que se me antojaba lejano y fuera de alcance, pero la suerte hizo que me llegase una oferta que acepté por el interés personal y profesional que suponía, siendo un nuevo reto en mi carrera. Por una parte, entraba en tecnologías no aplicadas nunca, radar, optoelectrónica... por otra, mi actividad era de las “transversales”, no me convertiría en especialista de ninguna, sin embargo, debía conocer un poco de todo, otra vez a aprender.

Como resumen de más de 38 años de vida profesional, podría decir que, si bien no soy jugador de cartas, al tomar decisiones lo he hecho con las cartas que en cada momento tenía en la mano y pensando un poco en el futuro, he aprendido muchos pocos de muchas cosas, con lo que podía tener una visión global, lo que hoy se diría, ser un Ingeniero de Sistemas, para poder buscar tanto la información complementaria necesaria, como los expertos en cada área que llevasen al éxito de la solución global, y que tomar una decisión implica poder equivocarse, pero creo que tenemos derecho a equivocarnos.

Al final te enfrentas a problemas de muy diversa índole, y a cada problema, una solución, con las cartas que en ese momento tenía en la mano, o sea, no LA solución, sino UNA solución adaptada a las circunstancias y que en otras podía ser diferente.

José Ponce Lucas, Ingeniero de Telecomunicación por la UPM.

Asociado y colegiado.